sábado, 17 de diciembre de 2011

EL PUEBLO DE DIOS NO SERÁ AVERGONZADO EN TIEMPO DE CALAMIDAD

David Wilkerson
Cuando comencé a preparar este mensaje, el periódico Wall Street Journal reportaba que el mundo entero estaba cubierto bajo una gran nube de miedo. Las personas en todas las naciones están ahora paralizadas por lo que está aconteciendo en el mundo. Inmediatamente, mis pensamientos se tornaron hacia nuestros feligreses de la Iglesia de Times Square. Ellos no muestran signos de tener ese miedo. En lugar de eso, mientras todos nosotros tenemos una gran sobriedad acerca de estos tiempos, también tenemos un profundo y permanente gozo. Fui guiado al Salmo 37, escrito por David, el cual dice: “Conoce Jehová los días de los perfectos, y la heredad de ellos será para siempre. No serán avergonzados en el mal [y catastrófico] tiempo, y en los días de hambre serán saciados” (Salmo 37:18-19, énfasis añadido). He aquí una profecía asombrosa para el pueblo de Dios, y se está cumpliendo ante nuestros ojos.
En pocas palabras, el Salmo 37 nos dice que el Señor actúa contra aquellas sociedades cuyos pecados han afrentado al cielo. David profetiza: “Los brazos [el poder] de los impíos serán quebrados” (37:17). Pero este mismo salmo es también uno de mucha esperanza. Contiene una promesa increíble para aquellos que ponen su confianza plenamente en el Señor.
Primero, llega el tiempo cuando Dios ya no puede soportar la codicia, la ambición y el fraude que hombres impíos cometen contra los pobres y necesitados. La profecía de David habla de una pérdida súbita de poder financiero: “Mas los impíos perecerán, y los enemigos de Jehová como la grasa de los carneros serán consumidos; se disiparán como el humo” (Salmo 37:20). Lo que se deduce aquí es que el fuego consumirá súbitamente la riqueza de los poderosos. Las riquezas rápidamente se convertirán en humo, tal como la grasa en las llamas.
Y ciertamente vemos ese cuadro en lo que le ha acontecido a la economía de Estados Unidos. En cuestión de dos semanas, más de 4 trillones de dólares de riqueza estadounidense desaparecieron. Ahora se nos dice que otros trillones más se desvanecerán como humo. Las Bolsas de Valores de todo el mundo han estado en shock al escuchar las noticias, y los corredores de bolsa han estado llorando y lamentándose.
No abordaré las razones por las cuales yo creo que Dios tuvo que actuar. Pero puedo decir esto: Nosotros sabemos que nuestro Dios no está dormido. Llegará el momento el cual Isaías describe como “día de venganza de Jehová, año de retribuciones en el pleito de Sión” (Isaías 34:8)“Extendí mis manos todo el día a pueblo rebelde, el cual anda por camino no bueno, en pos de sus pensamientos; pueblo que en mi rostro me provoca de continuo a ira…no callaré, sino recompensaré” (Isaías 65:2-3, 6). Lo que vemos que le está sucediendo a nuestra economía no es sólo la venganza de Dios. Tiene que ver con el mismísimo honor y gloria del Dios Todopoderoso. Él no se quedará mirando sin hacer nada mientras que sus caminos son calumniados por los impíos. Ezequiel escribe: “El tiempo ha venido, se acercó el día; el que compra, no se alegre, y el que vende, no llore, porque la ira está sobre toda la multitud… Tocarán trompeta, y prepararán todas las cosas, y no habrá quien vaya a la batalla; porque mi ira está sobre toda la multitud” (Ezequiel 7:12, 14). En medio de la maldad, Dios ha sonado la trompeta de alarma, pero la advertencia ha sido ignorada.
Pablo también describe nuestros tiempos cuando escribe: “En los postreros días vendrán tiempos peligrosos…los hombres malos y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados” (2 Timoteo 3:1, 13). Piense en las grandes compañías inmobiliarias que sedujeron y engañaron a los pobres, a los que no tienen mucha educación y a los desempleados. Estas personas, sin saber mucho, fueron inducidos a firmar créditos hipotecarios que nunca podrían pagar, y cuando llegó el momento de pagar, se quedaron sin casas. Bancos de buena reputación quebraron debido al fraude, pero sus ejecutivos salieron de apuros con sus muchos millones, gracias a sus “clausulas dorardas” en caso de bancarrota.
Leí acerca de uno de esos ejecutivos que estaba teniendo una fiesta muy lujosa, con mucho alcohol y pasando un buen rato, sabiendo muy bien que su compañía se estaba hundiendo. Él y otros festejaron a lo loco, a sabiendas que cientos de miles de personas perderían sus casas. Este es un claro cumplimiento de la profecía en Sofonías 1:9: “los que saltan la puerta [de los pobres], los que llenan las casas de sus señores.” ¿Cuánto tiempo pensábamos que Dios soportaría tal locura, tal burla de su nombre? El Señor tiene la última palabra en el asunto y él dice: “[los] castigaré en aquel día” (1:9). En pocas palabras: “les haré pasar vergüenza”. “Su espada entrará en su mismo corazón, y su arco [fortuna] será quebrado” (Salmo 37:15). Aún en este momento mientras escribo estas líneas, dos billonarios están siendo procesados por que sus fortunas desaparecieron de la noche a la mañana.
Al MISMO TIEMPO QUE EL SEÑOR ESTÁ PAGANDO AL IMPÍO, ÉL RECOMPENSARÁ A LOS QUE CONFÍAN EN ÉL.
Aquí está el tema de mi mensaje: “El que sostiene a los justos es Jehová…No serán avergonzados en el mal tiempo [de calamidad]” (Salmo 37:17, 19, énfasis añadido). Usted puede preguntarse: “¿Qué significa esto exactamente?” Significa simplemente lo siguiente: Dios es fiel no solamente en pagar por las maldades, sino también en cumplir sus promesas. En efecto, David está diciendo: “Miren a su alrededor y vean cómo Dios cumple su Palabra. Sus advertencias ahora están siendo manifestadas en los encabezados de sus periódicos, sus acciones están en todos los medios de comunicación. Yo les pregunto, ¿no mantendrá también Dios su Palabra para preservar a sus escogidos?”. Piense en esto: No importa lo que suceda en el mundo, no importa cuán espantosas se vuelvan las noticias, cuán severamente se sacuda el mundo, cuánto se tambaleen las economías hacia el colapso; el pueblo de Dios no será avergonzado. Por supuesto que Dios trabajará con nuestra fe para cumplir su Palabra con nosotros. Podremos sufrir, pero él saldrá a favor de todos aquellos que confían plenamente en él. El mundo nunca nos podrá decir: “Su Dios no mantuvo su Palabra”.
No se equivoque, vamos a enfrentar situaciones imposibles en los días que vienen. Pero nuestro Dios dice que él es Dios de lo imposible, hace milagros donde no hay respuestas humanas. De hecho, por voluntad propia él pone su reputación en las manos de su pueblo, invitándonos a comprometerlo a su Palabra. Usted puede pensar: “Pero… Dios puede defender su propio nombre. El no me necesita.” ¡No es así! Dios ha escogido a su gente para que sean de testimonio a un mundo adormecido, insensible. Y él nos llama a comprometerlo abiertamente a hacer lo que él ha prometido.
Vea usted, a los ojos del mundo, Dios siempre está puesto a prueba. Los incrédulos siempre están mirando cada vez que enfrentamos situaciones imposibles, diciendo: “Esta persona canta que Dios le dará una salida para salvarlo. Ahora veremos si su Dios le responde. ¿Saldrá adelante de esta situación o terminará avergonzado?”. Los escépticos en los días de Jesús decían cosas similares en la crucifixión: “Este hombre fanfarroneaba que su Padre lo levantaría de los muertos. Ahora veremos. ¿Habrá resurrección o vergüenza?” Jesús no estaba sordo a esas burlas. Pero él sabía algo que ellos no sabían: Su Padre nunca permitiría que él fuera avergonzado. Dios no fallaría en librarlo por amor de su propio nombre.
Hay momentos que parecen como que Dios no se ha presentado, cuando parece que su gente será dejada avergonzada y sin esperanza, pero la historia completa aun no ha sido contada. (La cruz fue uno de esos momentos). Lo que no nos damos cuenta cuando estamos en medio de la crisis es que el propio honor de Dios está de por medio. Y a través de toda la Biblia vemos que él tuvo gente cuya fe, firme como una roca, probó su fidelidad aún en las circunstancias más difíciles. Esos siervos sin ninguna vergüenza comprometieron al Señor a actuar, poniendo Su honor en juego mientras confiaban en que él los libraría.
1. CONSIDERE EL EJEMPLO DE MOISÉS EN EL MAR ROJO.
Aquí había una situación humanamente imposible. Israel estaba escapando del ejército egipcio, encerrados de un lado por el mar y del otro por las montañas. Fue entonces que Moisés comprometió a Dios a sus promesas. El había profetizado que Dios guiaría a Israel a la Tierra Prometida. Ahora, la reputación del Señor estaba en juego para que todos lo viesen. Puedo escuchar los reportes que llegaban al pueblo de que Faraón tenía a Israel atrapado. Todo Egipto esperaba que los Israelitas fueran traídos de vuelta en cadenas. Se prepararían desfiles para celebrar la victoria de Faraón, con ídolos dorados siendo exaltados sobre el Dios de Israel. ¿Cuál fue la reacción de Moisés ante esta crisis? Con el vasto mar enfrente de él, exclamó: “¡Hacia adelante!” Moisés, creyendo en el cuidado de Dios, confiando en su palabra de guiar a Israel a su promesa, él declaró: “Yo sé que el Señor es fiel. Y voy a actuar de acuerdo a su palabra”. Piense en las consecuencias de tal fe. Si el Mar rojo no se abría milagrosamente, Moisés hubiera sido tomado como un tonto. Los Israelitas habrían vuelto a la esclavitud, y Dios nunca más habría sido digno de confiar. Pero todos nosotros sabemos lo que ocurrió: Cuando Moisés extendió su mano, las aguas se dividieron, y el pueblo caminó sobre tierra seca. Yo le aseguro que ninguno que confía plenamente en Dios será avergonzado. El cumplirá sus promesas por amor de su nombre.
2. CONSIDERE A JOSUÉ.
Por seis días Israel había marchado alrededor de la impenetrable ciudad de Jericó, diciendo: “Estos muros se vendrán abajo.” Para las personas que se encontraban dentro de Jericó, esto les parecía totalmente absurdo. Se han de haber burlado de ellos. Entonces, finalmente en el séptimo día, se le ordenó al pueblo de Dios marchar, no sólo una vez, sino siete veces. En ese momento aún los Israelitas se han de haber sentido como tontos. Ellos pudieron haber pensado: “Nada sucedió en los primeros seis días. Ahora, esto parece un acto de desesperación. Seremos avergonzados si estos muros no caen”. Pero tales pensamientos nunca pasaron por la mente de Josué. Él dijo: “Yo sé lo que escuché de parte de Dios, y yo sé que él es capaz de hacerlo”. El comprometió a Dios a cumplir su promesa, poniendo la gloria de Dios contra la pared. Conocemos lo que sucedió: “Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas, y aconteció que…el muro se derrumbó. El pueblo subió luego la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la tomaron” (Josué 6:20). Cuando los hijos de Dios lo comprometen a su Palabra, él nunca los dejará avergonzados.
3. CONSIDERE A LOS JÓVENES HEBREOS.
Daniel y los tres jóvenes hebreos rehusaron postrarse en adoración ante el ídolo de oro de 30 metros de alto de Nabucodonosor. Ellos se mantuvieron firmes aún y cuando se les condenó a morir en un horno de fuego ardiendo. Mientras el perverso rey les preguntó sarcásticamente: “¿Qué Dios será aquel que os libre de mis manos?” (Daniel 3:15), los jóvenes comprometieron al Señor a sus promesas:
“No es necesario que te respondamos sobre este asunto. [No titubeamos en nuestra respuesta]. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo…Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado” (3:16-18). Ellos estaban tan confiados que Dios honraría su propio nombre, que se enfrentaron con disposición a una muerte segura. Los líderes prominentes de toda la nación se juntaron para la ejecución: príncipes, gobernadores, jueces, jefes de las provincias de alrededor. Y Nabucodonosor ordenó que el horno se calentase siete veces más de lo acostumbrado, generando un calor tan espantoso que mató a los sirvientes encargados del horno. La multitud estaba horrorizada, exclamando: “Esos hombres no pueden sobrevivir. Caerán muertos antes de que se acerquen a ese horno. Ningún Dios puede librarlos de ese destino.” Una vez más, el nombre del Señor estaba de por medio. Si él no intervenía, su nombre sería difamado en todas las naciones. Pero el Señor nunca deja avergonzados a los que confían plenamente en él. Las Escrituras dicen que Jesús mismo se apareció en ese horno para proteger y confortar a sus siervos. Y los tres jóvenes hebreos salieron caminando fuera del horno sin tener ni siquiera el olor a humo en ellos.
4. CONSIDERE AL REY EZEQUÍAS.
Las Escrituras dicen que Ezequías era temeroso de Dios: “Siguió a Jehová, y no se apartó de él” (2 Reyes 18:6). Durante el reinado de Ezequías, Jerusalén estaba sitiada por los asirios, el imperio más poderoso del mundo en aquellos días. Este vasto ejército ya había capturado Samaria y las ciudades de Judá, y ahora habían rodeado a Jerusalén. Su capitán, burlándose, les dijo: “Hemos vencido a los dioses de todas las naciones. ¿Cómo esperan que su Dios los libre?”. Una vez más, el Señor estaba siendo puesto a prueba. Su fidelidad estaba siendo cuestionada delante de todo el imperio, ante los enemigos de Israel, y aún ante el pueblo de Dios. ¿Qué tal si él no actúa? ¿Qué pasaría si en la mañana una lluvia de flechas cayera sobre los muros de la ciudad? Los paganos se enaltecerían y la Palabra de Dios no significaría nada. Mientras la crisis aumentaba, Isaías estaba de pie mirándolo todo. Él había recibido una palabra del Señor, y en ella confió completamente. Ahora él comprometió a Dios a esa palabra, poniendo la reputación del Señor contra la pared. Él oró, básicamente, así: “Dios, mi honor no importa. Si tú no nos libras, yo puedo esconderme en el desierto por siempre. Pero es tu honor el que está en juego”. Con eso, Isaías tranquilamente le dijo a Ezequías que le dijera al capitán asirio: “No entrará en esta ciudad, ni echará saeta en ella; ni vendrá delante de ella con escudo, ni levantará contra ella un baluarte. Por el mismo camino que vino, volverá, y no entrará en esta ciudad, dice Jehová. Porque yo ampararé esta ciudad para salvarla, por amor a mí mismo” (2 Reyes 19:32-34, énfasis añadido). Dios nunca dejará avergonzados a aquellos que confían en él, y esa noche él hizo un milagro poderoso. Las Escrituras dicen que 185,000 soldados asirios murieron misteriosamente, causando un gran pánico, y el poderoso ejército se fue. Una vez más, Dios defendió a su pueblo por amor de sí mismo.
5. CONSIDERE A PEDRO Y A JUAN EN EL NUEVO TESTAMENTO.
Mientras los dos discípulos caminaban hacia el templo, se encontraron con un pordiosero que era cojo de nacimiento. Probablemente, Pedro y Juan se habían encontrado antes con este hombre muchas veces, pero en esta ocasión se detuvieron. Las personas alrededor debieron de haber escuchado a Pedro decirle al pordiosero: “Míranos…en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda” (Hechos 3:4, 6). Pedro estaba llamando al Señor para que actuara, poniendo en juego la mismísima gloria de Dios. La muchedumbre debió de haber comentado entre ellos: “Qué predicador tan tonto. Le está pidiendo a un hombre que ha estado lisiado toda su vida que se ponga de pie y camine”. Yo creo que esas personas estaban listas para burlarse de Pedro y Juan, y ponerlos en ridículo.
Entonces una sensación extraña comenzó a sentirse en los pies del lisiado. Primero, movió su tobillo. Luego, la sensación subió a sus piernas y muslos. Después, comenzó a inclinarse, lentamente se levantó y se puso de pie. Para asombro de la multitud, el hombre comenzó a saltar y a bailar.
Yo le pregunto: ¿Qué hubiera pasado si Dios no hubiese actuado? Eso nunca fue una preocupación para Pedro, el cual comprometió a su Dios para que lo hiciera. ¡El Señor nunca avergonzará a aquellos que confían en él!
HOY EN DÍA, NOSOTROS TAMBIÉN SOMOS LLAMADOS A PONER EN JUEGO EL HONOR, LA GLORIA, Y LA REPUTACIÓN DE DIOS.
Piense en estos episodios bíblicos. En cada uno de ellos, todo aquello por lo que Cristo vino a la tierra y aquello por lo que murió, estaba en juego. Sin embargo, a través del Antiguo y del Nuevo Testamento, el plan, propósito y pueblo de Dios sobrevivieron. Y en cada caso, Dios no solamente llamó a sus hijos a que confiaran en él sino a que creyeran que él hace milagros. Usted dígame, ¿demandaría el Señor menos que eso de nuestra generación?
Considere el testimonio que hemos dado acerca de nuestro glorioso Señor. Hemos dicho que él proveerá, llamándolo Jehová Yireh. Hemos declarado sus promesas acerca de suplir para sus hijos. Ahora, una vez más, su nombre y su honor están en juego. Si lo comprometemos a actuar, él nos promete: “Actué a causa de mi nombre, para que no se infamase a la vista de las naciones ante cuyos ojos los había sacado [a Israel]” (Ezequiel 20:14). En esencia está diciendo: “Cuando libré a Israel, no lo hice en un rincón escondido. Yo les hice milagros ante los ojos de todo el mundo. Ahora, quiero hacer lo mismo en su generación.”
Amado santo, ¿está usted enfrentando una situación en la cual aún no ha comprometido a Dios? ¿Está usted siendo llamado a poner su fe en un lugar desconocido y distante? ¿Ha llegado a la conclusión que “sólo un milagro del Señor puede salvarme”? Tal vez no podemos imaginarnos cómo es que Dios nos librará; nadie en la Biblia lo supo tampoco. Pero sí sabemos esto: Tan sólo uno de sus ángeles puede desbandar a 185,000 hombres. ¡El Señor nunca dejará que su pueblo sea avergonzado! Ahora mismo, él nos está diciendo de la misma manera que le dijo a Israel: “Yo te rescaté de tus pecados. Y te he puesto a la vista de todos a tu alrededor para glorificar mi nombre. Fui yo quien te llamó. Y yo te libraré a la vista de los impíos, por amor de mi nombre.” Así que, ¿caminará usted de ahora en adelante en lo que predica y dice que cree? ¿Comprometerá a Dios a su Palabra para que su nombre sea glorificado ante multitudes?
Que todos nosotros podamos adoptar la oración de David para estos tiempos: “Y tú, Jehová, Señor mío, favoréceme por amor de tu nombre; Líbrame, porque tu misericordia es buena” (Salmo 109:21, énfasis añadido). Dios nunca avergonzará a los que confían en él. Él cumplirá su Palabra para con usted porque su propio honor está en juego.

viernes, 16 de diciembre de 2011

viernes, 9 de diciembre de 2011

El Buen Pastor versus el asalariado (El ministerio verdadero versus los mercaderes)


El Señor Jesucristo hizo una clara distinción entre la obra del Buen Pastor y la obra de aquellos que fungen como ministros de Dios pero obrando con fingimiento. Dijo Jesús: 

“Yo soy el Buen Pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas”. -Juan 10: 11-13 

Claramente se nos está diciendo que tanto el buen pastor así como el asalariado están en una relación muy cercana con las ovejas. Ambos fungen o hacen la labor de dirección y ministerio con las ovejas. Sin embargo, frente a ambos ministerios o servicio, Jesús hace notar una gran diferencia entre lo que es verdadero y lo que es falso o fingido. Esta es la diferencia que hizo Jesús. 

El buen pastor:

1) Da su vida por las ovejas
2) No pone un sueldo como requisito para el cuido de las ovejas
3) Cuida las ovejas de las intenciones malignas de los lobos
4) Le importa el bienestar de las ovejas
5) Posee amor genuino por las ovejas
6) Su propósito es puro y agradable
7) Su fin es de vida


El asalariado:


1) Pone un sueldo como un requisito para su servicio
2) No cuida eficazmente a las ovejas de los peligros
3) Le importa el bienestar propio
4) Su labor termina donde termina lo que considera su sueldo.
5) Finge amor por las ovejas que se hace evidente en su falta de cuidado
6) Sus propósitos están contaminados
7) Su fin es de muerte


Sobre la contaminación de propósito


Cuando hay una contaminación de propósito, hay un manejo erróneo del gobierno de la iglesia. Es decir, no se hará el trabajo de forma sincera ni eficientemente. La autocomplacencia llegará tan pronto el líder recibe el salario terrenal ya que considera ha tenido su recompensa.


El apóstol Pedro con voz profética le advierte a la iglesia sobre el tiempo donde gente que se congregan dentro de la iglesia no sufrirían la sana doctrina y no solo eso, sino que se levantarían hombres quienes harían mercaderías de los creyentes. Dice en II Pedro 2:3


“y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme”. 


Debemos notar que implícitamente se nos dice que dichos falsos profetas entrarían de la misma manera que entró Diótrefes dentro del cuerpo de Cristo (III Juan 1:9-10). Encubiertamente lograrían posicionarse como líderes dentro del cuerpo de Cristo para desde allí servir de estorbo a la obra de Dios. El apóstol Pedro, en su segunda carta nos dice que el motor o fuerza de los que fungen como ministros sin serlo, lo es el interés económico. El deseo de hacer riquezas por medio del uso del evangelio para un fin carnal. La avaricia se define como “apego a las riquezas sobre cualquier cosa” y la “codicia”. El simple hecho de que el asalariado proponga en su corazón obtener riquezas de lo que se supone sea un ministerio o servicio social desinteresado a favor de las almas, lo convierte en un propósito contaminado que no es del agrado de Dios. En la Biblia quedó registrado el momento histórico cuando Jesús volcó las mesas del templo al ver las mercaderías que se hacían dentro haciendo de la casa de Dios y echando a un lado el principal propósito de Dios. Este simple hecho debería servir a todos de advertencia para que no se mezcle el santo propósito del evangelio con las metas de la avaricia y de enriquecimiento o lucro personal. Dice Pedro:

y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas”


¿Qué significado tienen estas palabras? No, no se trata de la venta de personas o la venta de esclavos. A lo que se está refiriendo es a la intención maligna de usar el evangelio como una fuente de ganancia (I Timoteo 6:5; II Pedro 2:3; Juan 10:12-13). Es decir, se levantarían hombres cuyo principal propósito dentro de las congregaciones sería buscar la oportunidad para sacar provecho económico del Cuerpo de Cristo como meta principal. Para lograrlo deberían fingir y fungir como ministros de Dios (Rom. 12:9) El dinero y su uso en la iglesia nunca fue la meta ni el objetivo dentro de la iglesia, sin embargo, siempre fue una herramienta para facilitar la obra de Dios, el sustento de los pastores y para brindar recursos para el servicio social. La Biblia autoriza el recaudo de dinero para proveer a los líderes que hacen un trabajo social y de gobierno de la iglesia. Sin embargo, nunca el dinero fue el objetivo de la predicación. Ni mucho menos, los evangelistas predicaban con la idea de ser gravosos a las congregaciones. En cambio, su principal motivos era predicar a Cristo y que el amor de Dios alcanzara a la mayor cantidad de gente. Cuando existe en el corazón de los líderes un deseo oculto de obtener dinero a cambio de una predicación, entonces lo que existe es una contaminación de propósito y una visión errónea de la predicación. El apóstol Pablo recomendaba que se recogieran ofrendas, pero que no fueran en el momento de su visita (I Cor. 16:2). Es decir, la predicación no podía presentarse a la gente como si se tratara de un objetivo comercial, ya que el propósito del evangelio lo es mostrar el amor de Dios a todas las almas sean pobres o ricas. El simple hecho de poner la mirada en las riquezas de la gente que se congrega es visto por Dios como obra de personas injustas. Se nos dice:


“Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado; ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos?” -Stg. 2:1-4

Este texto nos dice que no basta con estar encumbrado en un puesto de autoridad sobre la iglesia. Ya que claramente se nos dice que si los líderes pusieran su mirada en las riquezas de un hombre rico que entra a la congregación, entonces ese desvió de la mirada hacia las riquezas los colocaría en la categoría de “jueces con malos pensamientos”. A Dios no le importan los títulos, ni las posiciones, él lo que busca son verdaderos adoradores y siervos. Del texto anterior podemos aprender la lección que nos indica que aun dentro de los ministerios existe una línea fina que no debe ser traspasada por ninguno que anhele agradar a Dios. La línea de contaminación de propósito. Esa línea que separa lo real de lo fingido, lo que es de Dios de lo que es una obra de hombre, lo que es para Dios de lo que es para los hombres. Dice el profeta Miqueas: 

"Sus jefes juzgan por cohecho, y sus sacerdotes enseñan por precio, y sus profetas adivinan por dinero; y se apoyan en Jehová, diciendo: ¿No está Jehová entre nosotros? No vendrá mal sobre nosotros". (Miqueas 3:11)


Hoy tenemos la luz de la Palabra de Dios que nos alumbra el camino frente a tanta oscuridad y apostasía moderna. Muchas veces, lo que la Biblia advierte como peligroso, es tenido como aceptable dentro de muchas congregaciones.


Conceptos erróneos del evangelio


Hay quienes justifican el que se usen métodos comerciales o sacados de redes multiniveles (MLM) y se apliquen a la vida de la iglesia. Personas con ideas erradas han venido a introducir conceptos comerciales “para la multiplicación de las almas”. Dichos “modelos de evangelismo” poseen el mismo cuerpo de filosofía de las redes de mercadeo. Algunos de los elementos de los talleres de las redes de mercadeo son:


1) Hacer que cada persona idealice su sueño personal. Ese sueño personal será el motor para todo lo demás. En el caso de las redes de mercadeo se le sugestiona en la mente a las personas que el fruto de su trabajo será la libertad financiera, la casa de los sueños, el auto deportivo que desean y cosas semejantes a estas.


2) Se infunde toda una gama de filosofía positiva que va acorde con el sueño personal. Estos son los aspectos de ganar y discipular.




3) Todo aquello que pudiera desviar del propósito de conseguir ese sueño personal será considerado como la “energía negativa” que hay que evitar. Todo razonamiento opuesto a sus metas será considerado como dañino. Los seguidores de esa filosofía evitarán entrar en diálogo con aquellos que se muestren insistentes en enfatizar los aspectos adversos a sus metas.


4) Luego que una persona es educado dentro de ese cuerpo de filosofía, será adiestrados para ganar a otros en los cuales impregnar sus conocimientos y sus ideas. Luego le sigue la labor de consolidación y de envió a otros para hacer lo mismo. 

El ganar nuevos adeptos para discipularlos es parte del evangelio y también es parte de las demás sectas. El que un grupo tenga éxito atrayendo gente no significa que tenga la verdad o que el grupo por mayor gente tenga mayor peso para con Dios. La Biblia es clara, la iglesia de Dios es un pequeño remanente en el mundo ya que son pocos los que andan en buen camino angosto y andan por el. En tiempos de Jesús, los fariseos se esforzaban mucho por ganar adeptos, pero Jesús les fue claro:

"!!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros". (Mateo 23:15)

Entonces, Dios espera algo más que ganar gente. Dios espera que sean conducidos a la verdad. 


5) Es aquí donde entran los aspectos multiplicadores. Los aspectos multiplicadores consisten en que cada persona consiga a otros miembros y los conduzcan a los pasos de ganar, consolidar, discipular y enviar. Es decir, si un líder consigue a 3 personas y las educa, estas 3 conseguirán otras 3 y así sucesivamente se multiplicará la pirámide 3 x 3 x 3 x 3 x 3 hacia el infinito. Lo mismo con cualquier número que el líder principal ponga al comienzo, sea 7 o 12.


Aspectos que se parecen al mover de la iglesia


Las redes de mercadeo poseen aspectos parecidos a la dinámica que hay en la iglesia. En la iglesia de Cristo hay una ganar de almas, hay discipulado, hay consolidación y hay misiones. Usted dirá, si existen elementos muy parecidos, ¿dónde está la diferencia? ¿Qué separa una red de mercadeo con sus elementos de una iglesia y sus elementos?


La diferencia de una red de mercadeo y la iglesia estriba en la misma diferencia y distinción que hizo Cristo entre el buen pastor y el asalariado. Fijémonos que tanto el buen pastor así como el asalariado hacen una labor similar. Ambos tienen un ministerio, ambos tienen un mensaje, ambos tienen un propósito y ambos procuran alcanzar a la gente. La diferencia consiste en que el buen pastor posee algo interno real que el asalariado no posee. El asalariado está lleno en su interior de propósitos contaminados de lucro personal, en cambio, el buen pastor se pone en el lugar de la oveja y sufre con ella. El buen pastor ama las ovejas y daría su vida por ellas, en cambio el asalariado ve las ovejas como un número más y su mente está puesta en cantidades y no en las inquietudes personales de un individuo. El buen pastor sufre cuando una oveja se aparta del redil, en cambio el asalariado la tiene en poco y se siente complacido cuando otro número ocupa el lugar de la que se fue. Al buen pastor le importa de forma sincera el bienestar de cada individuo, el asalariado le importa de forma sincera las ganancias que pueda sacar del grupo grande que ha creado por la “labor que realiza”. El buen pastor se preocupa por el bienestar de cada oveja, el asalariado se preocupa por el bienestar personal.


La red de mercadeo versus la vida de la iglesia (La cizaña y el trigo)


Ya hemos visto que existe una diferencia entre la labor del buen pastor y la de los asalariados. Ambos hacen cosas parecidas pero no es igual. De la misma manera la Biblia nos dice que la cizaña venenosa es similar al trigo, crecen juntas pero son diferentes. Podrán existir multitudes de gentes, pero esas multitudes de gente no necesariamente corresponden a lo que constituye la iglesia de Cristo. Esto sucede en todos los aspectos tales como: los 5 ministerios, templos, congregaciones, cantantes y líderes. Jesús dijo claramente en la parábola de las 10 vírgenes que hay una diferencia entre la prudencia y la insensatez. No se trata de un grupo de gente que meramente llena un espacio vació. Jesús dijo que aquellos que posean lo necesario y estén apercibidos serán los que se irán con él. Fijémonos que en Mateo 25 se nos dice que la cantidad de las vírgenes era similar. Esto nos dice que son dos individuos dentro de un mismo grupo. ¿Qué poseían los que se fueron? Estas tomaron aceite para sus lámparas. El aceite y las lámparas están ligados al cumplimiento de los mandamientos de Dios y su aplicación en nuestra vida por medio del Espíritu Santo. No se trataba de personas que obraban por obrar, sino que poseían a Dios mismo dentro de ellos. ¿Qué les faltó a las insensatas? Aunque a los dos grupos se les llama “vírgenes”, símbolo de que estaban reconocidas como parte de una congregación, estas tenían una apariencia que no concordaba con su interior. De la misma manera que el interior de los asalariados es muy diferente al interior del buen pastor, de la misma manera las vírgenes insensatas son diferentes a las vírgenes prudentes. Lo mismo sucede con todo aquel “ministerio” que surja de intenciones que no corresponden a lo establecido por Dios en la santidad de su Palabra.


Preguntas que debemos considerar para hacer una separación entre aquello que dice ser verdadero y lo que simplemente no lo es:


1) ¿El motivo de la predicación es el amor genuino expresado en una búsqueda esforzada sobre cada persona de la misma manera que Cristo dio el ejemplo del pastor que va en búsqueda de una oveja, la encuentra, la sana y la ayuda?

2) ¿Hay un servicio social visible manifiesto en el amor por las almas?

3) ¿Hay un desinterés económico no lucrativo en el servicio a Dios y al prójimo? 

4) ¿Existe un impacto social verdadero reconocido por la sociedad?

5) ¿Existe en algún rincón del corazón del ministro el recibir dinero a cambio de su servicio?

6) ¿Se le puede poner un precio terrenal al servicio en la obra de Dios a favor de los hombres? 


Recordemos lo que nos dice la Biblia, el dinero en sí mismo no es malo, en cambio, el amor al dinero es la raíz de todos los males y la razón de la crisis actual social.