domingo, 5 de febrero de 2012


LOS MERCADERES DEL TEMPLO

Mario E. Fumero
Cuando Jesús entro en Jerusalén, encontró que el templo de su padre, en Jerusalén lo habían convertido en un mercado, semejante al mercado de cualquier ciudad. Lleno de ira, tomo un látigo y desalojo a los cambistas, afirmando que “su casa es casa de oración, y no cueva de ladrones” (Lc 19:46).
Han pasado dos mil años desde que ocurrió este hecho histórico registrado en también en Mateo 21:12-13, pero tristemente la historia se repite actualmente, pero de forma más grosera, ya que muchos cristianos están haciendo del culto y del templo de Dios algo más que un mercado, están convirtiendo  la iglesia en un teatro o bolsa de valores, en donde entretienen y anestesian las conciencias de los que allí se congregan con técnicas mundanas, teatrales y de falsas promesas, explotando de esta forma la fe de los incautos creyentes que no son confrontados con la verdad del evangelio, ni del Señorío de Cristo.
Recientemente comento un cantante que decidió ingresar a los “conciertos en las Iglesias” porque el mercado secular es más duro, y se obtiene más ganancias entre los cristianos. Estos supuesto cantante cristiano hacen de la música un negocio, y no solo se lucran, sino que introducen sus costumbres mundanas en las cultos religiosos. Actualmente, cuando a alguien le va mal en los negocios del mundo, entra a una iglesia, aparentan ser cristianos, y desde esta plataforma hacen pingüe negocio, explotando la fe con técnicas mercantiles. Tenemos el ejemplo de cierto político de la costa norte de Honduras, que como le fue tan mal en el campo político, se volvió pastor evangélico y ha montado un imperio económico desde donde explota la fe, haciendo mercadería del evangelio.
Hoy día el negocio del evangelio no sigue los parámetros que habían en la época de Jesús, en donde vendían los animales para el sacrificio en la puerta del templo. Ahora la técnicas son mas fetichista, engañosas y manipulativas. Hemos convertido la gracias de Dios (que no cuesta nada, porque es por gracia) en un descarado mercado en donde a través de pactos y siembras, compuesto de ofrendas, las personas se pueden hacer ricos, prósperos, sanos y todo ocurre sin tan solo le envío una ofrenda a determinado ministerio. Algunos se atreven a declarar maldición a los que no le envíen ofrendas. Cierto predicador de ENLACE afirmó que si le enviaban una ofrenda de 100 dólares “Dios le borraría las deudas del banco” convirtiendo al Todopoderoso en un delincuente. Pero eso no es nada, un promotor del evangelio afirmó que todos aquellos que le “envíen una ofrenda” Dios se lo devolvería multiplicado por 100, haciendo del evangelio una bolsa de valores, en donde dar es invertir, alentando de esta forma la ambición y codicia, pecados estos condenados en la Biblia y expuesto como prohibición en el decimo mandamiento.
En las Islas Canarias, un sacerdote comenzó a vender el cielo por parcela, valorando el precio según el tamaño que uno deseaba. Un pastor llamado apóstol de la capital de Tegucigalpa  vende títulos de doctorado en teología de una universidad que no es acreditada, por unos miles de dólares. Y para colmo la Iglesia Universal del Reino de Dios procedente de Brasil vende la unción en aceite traído de Israel para resolver todos los problemas. En un rotativo aparece un anuncio pagado en el cual se vende una cruz de prosperidad que te puede hacer  rico con el hecho de comprarla. En fin, hay tantas técnicas para engañar a la gente, que ya no se necesita un mercado para ofrecer las bendiciones del cielo. Ahora, por control remoto, se hace mercadería del evangelio y yo afirmó, que si el Señor volviera a la tierra ahora, tendría trabajo para rato sacudiendo y desalojando de muchos lugares a estos farsantes, que usan la fe como negocio y el evangelio como un modus vivendus.
Deben saber que todo lo que Dios nos da es por gracia, porque el Señor Jesús pago el precio, y no debemos creer que pagando, comprando u obteniendo algún objeto mágico tendremos la bendición del altísimo. Solo la fe es suficiente, y el mismo Jesús afirmó que si tuviéramos fe como un grano de mostaza podríamos mover montañas (Lucas 17:6), revelando el poder de una fe que no se puede mercantilizar. Pero tristemente se cumple aquel texto del apóstol San Pablo cuando escribió “Pues no somos como muchos, que medran (mercadean) falsificando la palabra e Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos de Cristo” 2 Corintios 2:17.

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